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EL AMOR ES PACIENTE (1) [Primera Corintios 13 (2)], Dr. Stephen Jones

01/07/2017



Dios siempre ha buscado el fruto, porque Él es un agricultor, o “labrador” (Juan 15:1 KJV; Santiago 5:7 KJV). Plantó Israel en la tierra de Canaán a través de Josué (Yahshua, Jesús) y espera encontrar buenas “uvas” (Isaías 5:1,2). Israel era su viña, y Judá fue Su planta deliciosa (Isaías 5:7).

Sin embargo, Israel se rebeló y sólo produjo uvas “sin valor”, por lo que Israel fue desechada 721 años antes de Cristo. Después, cuando Jesús vino a Judá, encontró la misma situación y dijo una parábola basada en el cantar de mi amado de Isaías. En Mateo 21:33-44, los administradores de la viña de Dios usurparon el fruto para sí mismos y mataron al Hijo con el fin de apoderarse de su herencia (Mateo 21:38).

De cualquier manera, sin embargo, Dios estaba buscando el fruto, pero no fue capaz de disfrutar del fruto de su trabajo. O bien la calidad del fruto era pobre, como con Israel, o los administradores lo estaban robando, al igual que con Judá. En otras palabras, las uvas silvestres (KJV) o uvas sin valor (NASB) de Israel representaban a los hijos ilegítimos de Dios afirmando la Primogenitura de José; mientras que el pueblo de Judá usurpaba el Cetro del verdadero heredero de todas las cosas. Los verdaderos hijos de Dios tienen amor y los verdaderos judíos (o judaítas) no usurpan el cetro de Jesucristo.

El fruto de la viña de Dios es el mismo que el fruto del Espíritu en Gálatas 5:22,23. El primero y principal fruto es el amor, en el que se basan todos los demás. Así como toda la Ley pende del amor, así también todos los frutos del Espíritu son diferentes expresiones del amor.

(NOTA DEL TRADUCTOR: Por revelación personal entendimos que el amor no es un fruto, sino EL fruto, el único fruto; esto es, Cristo formado en nosotros, la esperanza de gloria. Ese es el único fruto que el Padre espera que produzcamos, Él quiere ver a Su Hijo formado en nosotros. La imagen con la que el Señor, eso creemos, nos reveló esto fue una naranja. La cáscara de naranja es el amor pues representa en único fruto una naranja; pero dentro tiene sus ocho gajos, cada uno siendo amor en sus diferentes expresiones. Teniendo, pues, al Hijo, tenemos todo lo que el Hijo es. Es obvio que lo definido no puede ser sólo una parte de la definición; es decir, si Dios es amor, no puede definirse como amor y algo más; por lo que el amor el el todo y el resto son sus características definitorias).


¿Que es el amor?
Hay dieciséis características del amor en la lista de Pablo en 1 Corintios 13:4-8. Dieciséis es el número bíblico de amor. Un vencedor, posiblemente, puede ir por la vida sin demostrar los dones del Espíritu, aunque esto es poco probable, pero el amor es absolutamente indispensable.

    1. El amor es paciente
    2. El amor es benigno
    3. El amor no es celoso
    4. El amor no es jactancioso (no presume)
    5. El amor no es arrogante
    6. El amor no hace nada indebido
    7. El amor no busca su propio bienestar
    8. El amor no se irrita
    9. El amor no tiene en cuenta el mal recibido
    10. El amor no se goza de la injusticia
    11. El amor se goza de la verdad
    12. El amor excusa todas las cosas
    13. El amor todo lo cree
    14. El amor todo lo espera
    15. El amor todo lo soporta
    16. El amor nunca falla
Estas son las características de los hijos de Dios que están destinados a heredar la vida en la Primera Resurrección (Apocalipsis 20:4,5,6). No todos los creyentes son vencedores. La mayoría de los creyentes, de hecho, van a heredar la vida en la Resurrección General al final de los mil años, como Jesús nos dice en Juan 5:28,29, y como Pablo nos dice en Hechos 24:14,15). La Resurrección General, que es la segunda, incluye tanto creyentes como incrédulos; mientras que la Primera es limitada e incluye sólo una parte de los creyentes (los vencedores).

En Lucas 14:12-14 leemos lo que Jesús dijo:

12 Y Él también pasó a decir a la persona que le había invitado: “Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos o sus hermanos o sus parientes o vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a cambio, y amortización venga a ti. 13 Pero cuando hagas banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, los ciegos, 14 y serás bienaventurado, ya que no tienen los medios para pagarte; para que tú seas recompensado en la resurrección de los justos.

Tales vencedores, cuyo amor es incondicional, sin pensar en el beneficio a cambio, serán recompensados en la Primera Resurrección, que es la resurrección de los justos. Esta instrucción establece el fundamento del amor verdadero que es amable y no busca su propio bienestar”.

Porque el amor se expresa también por todas las Leyes de Dios (que cuelgan de él), se sabe que la intención de Dios es que la Ley sea escrita en nuestros corazones, para que podamos ser amor. Los creyentes que aún se encuentran en una mentalidad de Antiguo Pacto son los que hacen actos de amor; lo que no es algo malo, pero tampoco es el objetivo. A través de la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas, crecemos en la gracia hasta que el amor se convierte en nuestra naturaleza y se expresa de forma natural y sin esfuerzo.


¿Cómo se logra tal amor?
El Antiguo Pacto está limitado en su capacidad para lograr el objetivo. Los incrédulos del Antiguo Pacto lo encontrarán imposible. Los creyentes (en Cristo) según el Antiguo Pacto encontrarán un cierto éxito, pero con dificultad y con limitaciones. Al final, se necesita una comprensión clara de la naturaleza del Nuevo Pacto para superar las limitaciones del Antiguo Pacto.

En otras palabras, si nuestra fe está en nuestro propio voto de obediencia, para poder llegar a ser el pueblo de Dios, basados en el patrón que se encuentra en Éxodo 19:8, entonces, vamos a luchar sin éxito para lograr el objetivo del amor perfecto. Pero si nuestra fe está en la promesa de Dios de hacernos Su pueblo, de acuerdo con el voto que Él hizo con Abraham, Isaac y Jacob, cuyo patrón se basa en Deuteronomio 29:12,13, entonces y sólo entonces se puede lograr el objetivo. Dios no puede dejar de cumplir Su promesa en el Nuevo Pacto.

Por lo tanto, si nuestra fe reside en nosotros mismos, y en la capacidad de nuestra propia voluntad para cumplir con sus buenas intenciones, vamos a fracasar. Pero si nuestra fe reside en Dios y en Su capacidad, entonces nuestra fe tiene la base adecuada para producir el fruto del Espíritu que Dios quiso desde el principio.

Esto no quiere decir que no haremos nada. En su lugar, buscamos ser llevado por el Espíritu en todo lo que hacemos, pero al final, reconocemos que Dios es el que está obrando dentro de nosotros por Su Espíritu. La promesa del Padre fue enviar Su Espíritu para lograr el objetivo de que la carne no podía alcanzar. De esta manera, Él nos transforma a la imagen de Cristo, poco a poco cada día, a través de las experiencias de la vida real, a menudo por el sufrimiento y el dolor.

No es probable que tales cambios incrementales hagan que cualquiera pueda llegar a la perfección durante su vida; sin embargo, aquellos que son fieles en lo que se les da no perderán su recompensa. Algún día, cuando el segundo conjunto de fiestas se cumpla en nosotros, sea cual sea la imperfección que aún permanezca en nuestros corazones será limpiada en el Día de la Expiación. Se nos concederá el Jubileo en ese día, para que seamos elegibles para nacer como hijos de Dios en el Primer Día de los Tabernáculos. Seremos entonces, presentados al Padre en el Octavo Día, conforme a la Ley (Éxodo 22:29,30).


Paciencia
La primera característica del amor es la paciencia. La paciencia es posible (y necesaria) sólo porque Dios creó el tiempo. Generalmente medimos la paciencia en términos de tiempo; sin embargo, la paciencia se mide realmente por la fidelidad. La fe es atemporal, pero la fidelidad es la manifestación exterior de la fe en un período de tiempo.

La raíz de la palabra hebrea aman es un verbo que significa “creer”, es decir, ser fiel y de confianza.

No es un acto momentáneo, pues aunque se debe tener un punto de partida, sino que también tiene la resistencia con el tiempo. Por lo tanto, tiene una cualidad de ser fiel, y tal fidelidad es la medida de la paciencia. El libro de Hebreos tiene mucho que decir acerca de la paciencia y la resistencia. El comienzo de la fe hace a uno creyente; pero la resistencia paciente medida por la fidelidad hace a uno un vencedor.

Debido a que la paciencia es la principal cualidad del amor, en cuanto a la lista de Pablo se refiere, y porque el amor es un requisito para ser un vencedor, podemos concluir que los vencedores son aquellos que han aprendido a tener paciencia. Pero tales lecciones no se pueden aprender rápidamente, porque la paciencia requiere tiempo. ¿Tiempo para qué? Bueno, mira el ejemplo de Abraham, quien recibió la promesa de Dios, pero luego esperó muchos años antes del nacimiento del hijo prometido.

Incluso entonces, su hijo Isaac fue sólo el primer fruto de la promesa. De hecho, Isaac era sólo un tipo del primer fruto, debido a que el primer fruto fue Cristo. Isaac no era más que un tipo de Cristo. Sin embargo, ¿cómo podemos despreciar el día de los pequeños comienzos, ahora que podemos mirar hacia atrás sobre el paso del tiempo y ver el cumplimiento progresivo de la promesa de Dios? Si no fuera por el registro de la Escritura, el nacimiento de Isaac habría pasado desapercibido en los archivos nacionales de las naciones. Sin embargo, su nacimiento cambió el futuro del mundo.

Muchos de nosotros hemos recibido promesas de Dios. No todo lo que percibimos como promesas son promesas reales, por supuesto, porque nuestro discernimiento suele ser deficiente, y nuestra comprensión es a menudo carnal. Sin embargo, muchos han recibido promesas genuinas de Dios, que (al principio) suponemos han de ser cumplidas de inmediato. Pero el tiempo se retrasa, y el retraso da a luz, ya sea a la desesperación o la paciencia.

A veces se cumplen las promesas de Dios en la siguiente generación, o incluso miles de años más tarde, como vemos en la promesa dada a Abraham. Nosotros hoy somos beneficiarios de Sus promesas, porque cualquier persona que tiene fe y es fiel es un hijo y heredero de Abraham (Gálatas 3:29) y son bendecidos con Abraham, el creyente (Gálatas 3:9). Pero para ser heredero de Abraham, hay que seguir el ejemplo de Abraham. “Los que son de fe, éstos son hijos de Abraham (Gálatas 3:7), no a los que pueden reclamar descendencia física de él.

A la mayoría de nosotros nos han enseñado acerca de la fe de Abraham, y pensamos que somos hijos de Abraham al aceptar a Cristo y prometiendo (o decidiendo) seguir a Jesús; pero Abraham fue calificado porque creyó la promesa de Dios, no porque él mismo hizo una promesa a Dios (Romanos 4:20,21). El creía que Dios era capaz de cumplir Su promesa, aunque parecía imposible.

Esa es la fe bíblica. A los que no creen verdaderamente a Dios les resulta necesario ayudar a Dios a cumplir Su promesa. Ellos piensan que la promesa sólo puede realizarse a través de la ayuda del hombre (“cooperación”). Dios generalmente nos permite cooperar hasta que nos damos cuenta de que sólo lo estropeamos. Cuando nos damos por vencidos y decimos a Dios, “¡Me rindo! ¡Tú lo harás!” Luego la fe nace de la fe en Dios, no de de la fe en nosotros mismos. Por lo tanto, la cooperación puede ser una prueba de fe o evidencia de una falta de fe. Depende de cómo definamos el término y cómo lo implementemos.

La paciencia es, pues, una vida de fe, donde nos vemos como respondedores, no como iniciadores. Ya que no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí (Gálatas 2:20). Soy sólo un cuerpo en el que Él se manifiesta. Soy sólo el guante de Su mano. No tengo más confianza en la carne, en mi carne, no mora el bien (Romanos 7:18). Sin Cristo, no puedo hacer nada (Juan 15:5).


La paciencia, entonces, es la expresión primaria de amor.


Etiquetas: Serie Enseñanza
Categoría: Enseñanza

Dr. Stephen Jones


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